lunes, 22 de noviembre de 2010

Del relato, Juan, el que cuenta la historia y el narrador

Originalmente, nunca hubo un orden o una organización del relato. Sólo tenía aquello que quería contar y el cómo lo quería contar. Los fragmentos de la vida de Juan se me aparecían y buscaban su lugar en el texto, aunque nunca supe bien qué hacer con ellos ni cómo ordenarlos. Surgió la idea de un narrador (aquél que narra a Juan) y, de ahí, la idea de una historia paralela, la suya. Aún continúo sin definir esto, aunque lo que más me atrae, o por donde yo creo que debería transcurrir el relato es lo siguiente. El que cuenta la historia de Juan es alguien del pueblo, que ha vivido fuera por varios años, de una generación mucho más joven que la de Juan. Probablemente un periodista, enviado de la capital de la provincia al pueblo a investigar el incendio del taller. Una vez allí, descubre lo que queda del lugar donde vivía Juan, a un costado del galpón. Libros, apuntes, banderas, fotos viejas y escritos. A partir de ahí el relato va entrelazando lo que este personaje reflexiona o cuenta durante su estadía en el pueblo y los fragmentos de la vida de Juan. Mi intención es que se entienda, que se entrevea que el relato de los episodios de la vida del ferroviario, es un relato que hace este personaje. ¿A quién? No lo se, ni me interesa. ¿De dónde saca la información? Parte de lo que rescata del incendio y parte puede haberse informado o charlado con alguien en el pueblo. ¿Para qué escribe? Porque evidentemente no es un “formato” de nota periodística. Parece más algo que iría en un diario personal o en un texto de ficción. Tampoco me interesa explicar estos detalles, me basta con que se entienda que el que cuenta la historia de Juan es este personaje. En realidad, casi que incorporo al personaje que narra la vida de Juan como para justificar la voz del relato. Esa voz es tan particular, tan marcadamente personal, que crea un personaje por sí sola. Si el periodista no existiera, de todas formas esta voz obligaría a preguntarse quién es el narrador, que no podría esconderse. Porque en realidad, yo (escritor) no tengo otra forma de contar esta historia que no sea de esa manera y con esa voz.

Por último, la historia de Juan debería desembocar en el incendio. O debería terminar antes, y el periodista darle el final bajo la forma del incendio. Creo en un final abierto. Creo en que Juan podría haber incendiado todo. Creo en que pudo haber sido un accidente donde perdiera la vida. Creo en que debe quedar difuso. A menos que decida, un “tiempo” antes, dejar algún indicio. Me interesa el recorrido de la vida de Juan, mientras el lector sabe que se está contando todo eso desde las ruinas del taller. El relato arranca en el presente, sobre las ruinas humeantes de un taller, esa es mi “imagen”. Y se intenta contar, cómo se llegó hasta ahí, o que había ahí antes. Se recorre la vida de Juan, sabiendo que allá adelante, hay un incendio. Intentar generar un pequeño suspenso triste.

Como estructura del texto, tenía pensado intercalar pequeñas partes del narrador, sobre el periodista en los escombros, y los fragmentos de Juan.

0 comentarios:

Publicar un comentario