lunes, 6 de diciembre de 2010

6 segundos (versión final)

6 segundos

El peso, el movimiento y la velocidad de circulación del ferrocarril produce una serie de efectos sobre la tierra que lo sostiene y los rieles por los que circula. Muy por delante suyo, la inmensa máquina hace vibrar el suelo mismo: las rocas crepitan levemente como si se tratara de brasas encendidas, un suave y ronco rugido parece proceder desde las entrañas de la tierra. Existen una serie de leyes físicas por las cuales los rieles, presionados por la masa de acero que circula sobre ellos, se vuelven elásticos, generando un sonido parecido al de una honda, una cuerda o un látigo, pero mucho más grande: una vibración metálica que puede sentirse, si uno está acostumbrado a ese sonido o acerca el oído, segundos antes de que el tren haya arribado al andén. Unos seis segundos antes, para ser más exactos, todo nos avisa que aquél gusano gigante viene llegando.

Es conocido por todos el resultado de ser arrollado por un tren. Me refiero no sólo a la muerte, sino al destrozo que sufre el cuerpo al ser triturado por semejante maquinaria en movimiento. Si he de ser sincero, muchos han sobrevivido, más de lo que se cree. Pero casi todos terminan, inevitablemente, destrozados.

No fue el caso de Laura. O Silvia. O Jimena. O como fuera que se llamara. Nunca lo supimos, para ser honesto tampoco nos importó demasiado. Tendría unos 20 años, quizás menos. Nos asomamos delante de la máquina luego del accidente (algunos desde arriba, en el andén, otros sobre las vías), la hallamos casi intacta, y eso que por encima de su cuerpo habían pasado, al menos, dos vagones. Estaba en posición fetal, con las manos cruzadas sobre su panza, acostada entre los rieles. Y digo casi porque estaba decapitada, limpiamente.

Pudimos reconstruir la historia rápidamente a través del relato de algunos testigos: Laurasilviajimena se había acercado al laberinto del paso a nivel como cualquier otro transeúnte, había visto que venía el tren, había comenzado a caminar por las vías, se había acostado de espaldas al tren, en aquella posición, y había colocado su cuello sobre el riel. Por su madre, quien llegó al rato, supimos que andaba mal con el novio por lo del embarazo. O algo así. En resumidas cuentas, una típica familia del conurbano bonaerense de esas que aparecen en los reality shows policiales de medianoche. Lo menciono por si alguien está interesado en la nota, aunque ya es tarde, creo.

Nos quedamos mirando el cuerpo, cosa que nunca nos pasa. No porque nos asquee ni nada parecido, ya estamos acostumbrados a que día por medio el tren se lleve puesto algún boludo. Creo que no es ponerse melodramático si reconozco que nos conmovió un poco la juventud de la chica, su embarazo y esos detalles. Pero sobre todo, parecía que al tren le hubiera dado vergüenza destrozarla y se había limitado a realizar el trabajo para el que la chica lo había escogido como verdugo. Sólo la cabeza.

No fue la tragedia, ni la conmoción, ni la imagen de la joven, ni su embarazo lo que me dejó pensando, retorciéndome la cabeza, intentando encontrar qué era aquello que me había quedado inconcluso, sin poder darle la vuelta a la página de este episodio. Aquella noche, mientras volvía a mi casa en el tren, entendí. A decir verdad, primero lo . Tuve que sacarme el mp3, como para poder oir y entender mejor. Era el sonido de los rieles. Entonces comprendí, tarde, aquél gesto de acostarse de espaldas: Laurasilviajimena no había querido ver llegar el tren sobre ella, sabía que tendría miedo, sabía que no lo iba a soportar. Quiso acurrucarse, hacerse una bolita, no ver ni oír nada. Pero el tren no le pudo perdonar eso: le dio 6 segundos de aquél sonido metálico, ese zumbido de acero, mientras las piedritas vibraban a su alrededor y la tierra rugía por debajo. La chica no había contado con esos 6 interminables segundos. No podría haberlo hecho nunca. ¿Cómo iba a saberlo?

A veces uno pretende destilar rabia contra un sistema que provoca las mayores crueldades sobre las personas más indefensas. Evoca imágenes, busca ejemplos, trata de superarse revolviendo la miseria propia o ajena, intentando encontrar siempre aquello que ya es demasiado, y señalarlo para que otros vean y digan “¡Eso es demasiado!” y quizás hasta hagan algo al respecto. De hecho, este texto iba a ser de ese estilo: el Hambre, la Injusticia, la Explotación, el Sistema, la Juventud, la Miseria. Pero es en estos detalles donde la crueldad se manifiesta en toda su pureza. En apenas 6 segundos. Los últimos de Laurasilviajimena. Ni siquiera allí le dieron respiro.

1 comentarios:

Emilia dijo...

Muy impactante, un texto con mucha fuerza.

Saludos,

Emilia

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