David y Mariano
Mariano vivía en Avellaneda, sur de la provincia de Buenos Aires. David también es del sur, aunque un poco más lejos, cerca de Glew.
David no llega a los treinta años, Mariano apenas había pasado los veinte.
Mariano probablemente tuviera novia, quizás. David está casado y tiene dos hijos, un nene y una nena, a los que adora.
David viene de una familia de ferroviarios, su abuelo lo era, su padre y su hermano lo son y el también lo es: trabaja en el ferrocarril Sarmiento. Mariano estaba desocupado, y apoyaba con su militancia, la lucha de un grupo de despedidos del ferrocarril. Trabajadores tercerizados, que buscaban recuperar sus empleos y tener las mismas condiciones de trabajo y derechos que David, su papá y su hermano.
Mariano era un militante político desde que tenía apenas 14 o 15 años, miembro de un partido que quiere representar a los trabajadores, a los obreros, como David.
David participa desde hace poco tiempo de las asambleas en su lugar de trabajo, discute, opina, va al paro cuando es necesario y apoya a sus compañeros. Como Mariano.
Mariano aporta de su bolsillo a su organización, el Partido, para que se puedan organizar actividades, pagar los gastos, realizar publicaciones o apoyar las luchas de los trabajadores, como David.
Parte del sueldo de David, va a parar a su organización, el sindicato, para que se puedan organizar actividades, sostener la obra social, pagar los gastos y, de vez en cuando, contratar sicarios que asesinen a gente que moleste, como Mariano.
Mariano había decidido desde chico de qué lado quería estar, a quiénes quería apoyar, junto a quienes quería luchar. Estaba, además, formado políticamente para esas peleas. David nunca decidió nada de eso ni tiene formación política, pero si la Muerte tiene alguna característica, es esa capacidad de poner blanco sobre negro, de definir campos, de apurar decisiones. Yo voy con ustedes a la plaza, dijo David, ese día, cuando supo lo de Mariano. Nunca necesitó detalles, ni hizo demasiadas preguntas.
Cuando fue asesinado, Mariano había pasado por marchas, ocupaciones de fábrica, volanteadas, charlas, plenarios, reuniones, pintadas, campañas electorales. Durante la marcha de repudio que hubo al día siguiente de su muerte, su velorio, David tuvo su bautismo: fue su primera marcha a Plaza de Mayo.
David nunca conoció a Mariano, y ya no podrá hacerlo, pero a Mariano le hubiera gustado conocer a este David y saber todo esto.
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