viernes, 5 de noviembre de 2010

Texto sobre la toma de la facutad de Sociales

Primero fueron los pibes chorros. Los programas de televisión mostraban el nuevo cuco del inframundo que acechaba a los ciudadanos desde la oscuridad de los barrios marginales y las calles poco transitadas. Algunos, explicaban el carácter de esta nueva realidad, sus orígenes, sus consecuencias. Otros, directamente, mostraban estos nuevos villanos de la noche urbana en sus realitys policiales de medianoche. El peso de la imagen aplasta cualquier intención (real o no) de mostrarlos para comprenderlos. Horas y horas semanales de jóvenes vestidos con ropa deportiva, en barrios marginales, en horas nocturnas, envueltos en episodios violentos. Los opinólogos se escandalizaban: jóvenes sin futuro, sin porvenir, volcados a las drogas, la delincuencia y la vagancia. Que no falte la sana reflexión al final de cada programa, ni la tan mentada inclusión social que tanto hace falta en este país.

Después fueron los floggers. Ahí nos enteramos en que andaba la juventud, de un día para el otro. Un montón de jóvenes sin nada que hacer, con suficiente tiempo y dinero para sacarse fotos, subirlas a Internet y ver qué opinan otros tantos que se dedican a lo mismo. Se vestían raro, sus peinados eran ridículos y parecía ser (asumían los opinólogos) que no tenían idea de dónde estaban parados. Mucho menos de política. Horrorizados y escandalizados, los opinólogos nos advertían sobre aquella juventud tan falta de ideas e ideales, sin compromiso político, ni proyectos a futuro. Preocupados, los opinólogos no celebraron el descubrimiento de una juventud pacífica (pensemos que veníamos de los pibes chorros) sino que lamentaron algo que podría resumirse en esto: los jóvenes se habían convertido en una manga de boludos a tiempo completo.

Ahora son los estudiantes. Resulta que los jóvenes del siglo XXI se dejan llevar por ideas políticas radicales, no tienen respeto por la ley, las instituciones, la democracia, toman edificios públicos, les contestan a los adultos (sean estos docentes, padres, políticos, funcionarios o periodistas, como si estuvieran a su altura), osan proponer sus propias ideas política, se meten en temas en los que no tienen nada que ver (como apoyar trabajadores en huelga) y cosas por el estilo. En vez de estudiar, hacen política. Y cómo la hacen. Defienden la educación pública, libre y gratuita, el sueldo de sus docentes, las condiciones en las que estudian, el presupuesto educativo. Esto parece ser que tampoco está del todo bien, para los opinólogos.

Podríamos ir preguntándonos: ¿qué tipo de jóvenes se pretende? O mejor dicho: ¿cómo pretenden que sean los jóvenes? Porque parece ser que para el mundo de la televisión y las noticias, solo existen los borrachos, drogadictos y delincuentes, los que están en la pelotudez, o los subversivos. Ahorrémonos tanta censura y reproche, armemos una receta y saquemos una buena generación de jóvenes, derechos y humanos, que sean el orgullo de la teleaudiencia.

1 comentarios:

Emilia dijo...

"En vez de estudiar, hacen política.", el lugar común de los estudiantes de Sociales. Se critica tanto eso como la despolitización. Muy interesante tu mirada, Pablo.

Saludos,

Emilia

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