En este texto, Swift realiza una crítica a la situación social que se vive en Irlanda, en particular en relación a los niños pobres, a través de la proposición de un plan para acabar con este problema, el cual implica comerse a los niños que no puedan ser mantenidos.
Se pueden destacar al menos dos aspectos que hacen a la misma naturaleza del ensayo y que constituyen algunos de sus logros. En primer lugar, la construcción de la voz del enunciador. En todo momento se genera la sensación de un caballero formal, culto, un hombre de mundo, con opiniones políticas formadas y un altruismo que lo lleva a intentar mejorar la situación de penuria que ve a su alrededor. El texto se asemeja a los consejos que antiguamente muchos hacían a personajes de la política o la nobleza, esperando algún tipo de favor o reconocimiento, a cambio de su aporte a una materia determinada. El tono de la voz contribuye a llevarnos a través del texto, y a enmascarar el canibalismo aberrante que pretende el autor. En este sentido juega, también, otra herramienta: la duración del texto y su ramificación interna.
El enunciador tarda en proponer el canibalismo. Se demora en rodeos y consideraciones varias. Luego propone el asunto. Pasadas algunas pequeñas explicaciones, el texto se desvía por innumerables vertientes: las consecuencias de tal proyecto, inmediatas o a largo plazo, las ventajas sociales y económicas que traería aparejada, las modificaciones en las conductas sociales. Si una primer imagen de un bebé siendo devorado nos causa rechazo, el enunciador nos distrae con diferentes artilugios, alejándonos de aquella imagen aterradora, y nos lleva a discutir sobre terrenos que son accesorios. El planteo que hace, el sistema que propone, tienen coherencia, son prácticos. Mientras tanto, se va camuflando la imagen original que generaba rechazo automático: un bebé siendo devorado.
0 comentarios:
Publicar un comentario