viernes, 5 de noviembre de 2010

Nota de lectura "Mi subida al Everest" José Saramago

El texto parece fluir como una reflexión. En alguna medida, todo texto lo es, pero en este caso parece verse plasmada incluso la situación, el momento, la actitud del autor al momento de hacerla. Las oraciones fluyen, sueltas pero con una coherencia que permite seguir al enunciador en las dudas que intenta plantear.

La constante referencia a los humores del cuerpo, muestran a un autor interesado en verse vulnerable en sus creencias, o al menos, en las que escribe aquí. “Yo siento esto, pero miren que quizás esto no sea tan así”, parece reinar en algunos momentos del texto. Pero también, queda claro que esa vulnerabilidad, no le molesta, no se siente inseguro con ella, sino que es desde ella desde donde escribe. En ella se hace fuerte y obliga al lector a abandonar su propia seguridad y certezas.

El tono del texto parece el de alguien que quiere hacer una proclama en voz baja, dejar sentada una creencia, una fe. El autor parece querer sacudirse de cuestiones que exceden a su propio ensayo, el mundo, su vida, la realidad, universalizando todo en un texto que bien podría hacer referencia a un sinfín de situaciones o problemas. Parece haber sido escrito en una pausa de escritor entre textos más “serios” e “importantes” o en un recreo en una vida cargada de situaciones agitadas, políticas, dramáticas. El texto deja la sensación de que el autor lo concibió como una forma de sacarse un peso de encima o, quizás, convencerse a sí mismo de algo.

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