lunes, 31 de mayo de 2010

La cultura del trabajo

En los trenes de la ciudad de Buenos Aires, el personal de seguridad cada tanto atrapa un punga. Evitando la burocracia policial, se llevan al joven (siempre es un joven) a alguna de sus covachas, bajo la mirada de aprobación de más de un pasajero bienpensante. Allí, en un cuartito mal iluminado y sosteniéndolo sobre una mesa con restos de facturas y puchos, le rompen los dedos de la mano a bastonazo limpio.

Para que no vuelva a trabajar, le dicen.

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